Reseña de mi libro "Huecos en la luz" por el escritor Carlos Fajardo.
A continuación esta reseña, leída durante la presentación del libro en la Casa de Poesía Silva, el pasado 30 de abril.
HUECOS EN LA LUZ DE CLARA SCHOENBORN
Casa de Poesía Silva
Bogotá, abril 30 de 2015
Por
Carlos Fajardo Fajardo
La poeta Clara Schoenborn colombo-alemana,
nació en Cali. Su poesía está incluida
en diversas antologías y ha publicado entre otros poemarios El amor es mi Último Veneno (2012), Búsquedas
y encuentros (2011); Los Oficios en
Clave de Atenea (2011). Obtuvo
Mención de Honor en el Concurso Nacional
“La poesía de los Objetos”, convocada por la Casa de Poesía Silva en el 2012.
En esta ocasión tengo el gusto de presentarles
su poemario Huecos en la Luz publicado
por Ediciones Torremozas en Madrid España, en el 2014.
En la introducción de este poemario se lee: “este libro está inspirado
en la vida y obra de Alejandra Pizarnik, esa mujer que durante su corta vida
suplió con poesía las muchas carencias de su trasegar, alumbrando conversos las
sombras de sus días…”. Tal es la intención pulsional de este poemario; tal su
apuesta de lenguaje, es decir, establecer un diálogo con el espíritu, la obra,
la lucidez de Alejandra Pizarnik. Desde ese momento entendemos que es un
libro-diálogo, un libro de intercambios de intimidades, de secretos y vasos
comunicantes entre los sentidos profundos de dos mujeres que entrecruzan sus
espacios para construir el deseo de nombrarse. Unas muy significativas
simbologías existenciales sirven en estos intertextos vitales: la lucha con la
palabra, los miedos compartidos, el jardín y las lilas, los viajes interiores,
la intimidad frente a lo real, la infancia, las desgarradas muñecas.
La autora de Huecos en la Luz encuentra un corpus común con Alejandra en la
lucha con el lenguaje, desde él, contra él y por él. Pero hablar del otro es en
realidad hablar de sí mismo. Dicho diálogo establece una mismidad interior, con
la cual eleva su edificio poético. Es un diálogo entre dos soledades, es decir,
un verdadero diálogo. La poesía adquiere así su verdadera grandeza: es
intimidad y soledad solidaria. “Como un agua que trepa por sí misma y así se
convierte en aire”, dice Clara en sus versos. Ese aire quizás sea el aire de la
Pizarnik y la transparencia de todos.
De modo que la poeta Clara edifica su propia
voz a través de las voces espirituales de Alejandra. Capta, con la sensibilidad
de un barómetro vital, las presiones de esa atmosfera existencial, tal grávida
y etérea como lo fue la poesía de la poeta argentina. Asimila, siente el peso
de dicha presión del lenguaje y lo transmuta en su propia voz, en su propia
tonalidad y angustia tan auténticas en su pasión. La poesía se concibe de esta
forma no solo como un homenaje o un simple reconocimiento, sino como un
agradecimiento un dar las gracias a una obra que se ha vuelto antorcha en medio
de la oscuridad, o bien, luz con la que se asume el abismo y se entienden las
penumbras.
El segundo capítulo
de este poemario se titula “Árbol de Diana”, estableciendo de nuevo un rico
diálogo con el libro de Alejandra Pizarnik del mismo nombre. “Cada uno de los
poemas de Árbol de Diana, escribe
Clara Schoenborn, fueron entonces mi inspiración para otros poemas que no
pretendían, en ningún caso repetir lo mismo, sino más bien incorporarlos dentro
de una universalidad poética…”. De manera que en este libro podemos
aventurarnos a asegurar que el poeta, cada poeta, es uno y todos los poetas.
Está lleno de las voces de todos. Interior-exterior, palabra adentro y a la
intemperie. La poesía se asume como un hilo creador comunicante; funda al otro
desde el sí mismo y al yo desde el nosotros. Es pues, un intercambio de
sensibilidades entre el libro lúcido, doloroso y de perpetuos abismos de la
Pizarnik con los singulares abismos y cimas poéticos-existenciales el que
encontramos en este poemario que hoy presentamos, libro que asume como un
desafío, un viaje por la cuerda floja de la existencia, escrito con coraje,
determinación, plenitud y estremecimiento.
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