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Mostrando entradas de noviembre, 2022

RETROVISOR

Lo que dejé atrás me cuelga en la garganta, hace sangrar lo que ingiero. El abrazo que duele en mi cuerpo como un ser anónimo, una mirada de estupor ante un rostro amado, su veneno vertido de pronto sobre un camino santo. Lo que dejé atrás son los silencios asesinos, (en su ferocidad quise enterrar algo mío), los barrotes que alcé, uno a diario, hasta terminar mi cárcel.  Ahí, la indiferencia que trituró a una amiga, a un hermano, ahí, un gran amor que me pedía algo a gritos, algo que no quise escuchar. Atrás quedaron las nostalgias que se sentaron siempre en el mismo sofá, con la misma persona. Lejos está lo que debió quedar atrás porque era mucho, porque era poco o porque no era. Como una úlcera, lo que se fue por cobardía, por egoísmo, por orgullo.  No vale nada lo que está atrás o ¿vale todo?, hay confusión tras la densa nube de la historia. Lo que ahora tengo, ¿basta para vivir un armisticio?, basta para ser cómplice del vino, del ocaso,  de unos ojos que aceptan con...

OTOÑO

  El primer día de noviembre  llega con su malicia tras la puerta,  como inundación de aceites quemados.  Nadie se atreverá a hacer preguntas.  Nadie va a retirar los hilos de la indecencia que oscurecen la mañana. El cielo es una lágrima larga, desata cintas de lluvia como metamorfosis del hielo.  Miro mi lengua quebrada,  lo que resta de mi cuerpo.  Los hijos no nacidos se quejan  desde la caverna del adiós. Ante mí, el dolor de generaciones pasadas. En la cesta de basura me atisba un corazón,  conozco al hombre que se lo arrancó del pecho.  Ahora soy noviembre,  tengo pezuñas en los pies,  uno de mis ojos ha quedado ciego,  en el pecho un pozo de agua sangre.  Noviembre ha llegado,  acosa sin parar,  me ensordece su catarata  de palabras chamuscadas.  Solamente el silencio es capaz de contenerlas.  El silencio es más monstruoso que cualquier criatura,  el gran hipócrita que hace a...

ÁNGEL

  En el fondo de tu hueco, caos, sombras, pero muy arriba, un hilo de luz,  un filamento del que cuelga  un ángel semi degollado. Un dedo de su mano apenas se mueve, te envía una señal de vida,  su último aliento. Estás ahí, pero no dejas de mirar a lo alto.  De ese ángel,  de su desesperado mensaje. depende tu cordura, tu esperanza. Sientes que ese grito de ayuda solo a ti va dirigido, es una dádiva que no mereces,  algo que por suerte te ha correspondido.  Otros ángeles están llenos de vida, son poderosos,  el tuyo sufre, está a punto de morir, eso te mantiene alerta todo el tiempo, te hace luchar a vida o muerte  por una pequeña oportunidad, es el motor que enrojece tus mejillas, hace brotar el sudor de tu frente. Por ese ángel, vale la pena el sacrificio,  hace de la muerte tu fiel compañera, tu amiga, ella ya no vendrá como un engendro indeseado, has aprendido a convivir con ella. El ángel semi degollado  es muy poco para ...