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Mostrando entradas de noviembre, 2021

EN LLAMAS

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Duele en la punta del corazón. Duele en los glóbulos rojos.  Duele como pan envenenado.  Duele el hambre, como un ciempiés ebrio. Duele la choza a la que nadie llega -ni siquiera Dios o el diablo. Duele el inocente, su primera sonrisa -contra la pared una pala y un machete. Duele este aire podrido, la punta de un rifle. En las calles una masa de carne desgarrada  como un inmenso cuerpo de Cristo y su cruz; Cristo:  lejos...callado, un divo callado...siempre. Duele el primer paso afuera de la puerta, más allá, el suspiro del vivo junto al muerto, entrelazados, cantan el réquiem del olvido. En las terrazas se brinda por lo nunca fue y se brinda también por lo que jamás será. Duele el cielo que otra vez impone su azul. Duele esta tierra, sus mandíbulas rotativas, duele esta tierra, su cerebro de mármol seco.  Duelen los unicornios tachonados en los libros, los machos cabríos lamiendo sus pezuñas. Duele una gota de sangre que nadie ve caer, lo que una madre grita antes de romper en llanto,

DOS POEMAS

Testamento 4 No me digas madre, dime solo mujer  o llámame por mi nombre. No me agradezcas nada, la fuerza de la naturaleza  no deja mayores opciones. Lo mismo hubiera hecho si hubiera sido leona o zarigüeya. No te sientas culpable si me olvidas, olvidarme es tu derecho,  tu obligación. No me felicites el Día de la Madre, no me traigas flores ni regalos, a menos que alguna vez quieras hacerlo porque me consideras una más de tus amigos. Si ya no te sirvo no me busques, no me tengas compasión ni cargues conmigo. No te sientas obligado, la cuenta hace mucho tiempo está saldada. Todos los pasos llevan a la vida, no se vale retroceder ni mirar atrás. Fuimos dos que se cruzaron en su viaje, estuvimos juntos entre emociones,                                      mar y cielo, luego nos separamos y eso fue todo,                                       nada más.                            💕 Álbum María era cerrada como una casa triste. Isabel combatía de día y de noche y en las paredes pintaba cam

PADRE

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  Padre   Para Kurt Schoenborn Ahora que estás deshecho en esquirlas flotantes tan parecidas a la libertad, quiero que sepas que he aprendido a traspasar  el más allá, he aprendido a trocarme en onda, en murmullo magnético, y a morirme un instante a cada rato para estar allá en la muerte,                                contigo.

METAMORFOSIS

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Cambié varias veces de sexo. Nací mujer y algo de miedo había en ello, algo contra lo cual era muy difícil luchar. El amanecer exhibía un sol extraño, su luz era pálida, de poco calor, me enfermaba mucho,  la locura asediaba, no había llanto, pero mi mente bullía. Luego me convertí en hombre.  Coleccionaba llaves, silencios largos, al atardecer revisaba el filo de mis cuchillos, me sentaba en la cama mirando al suelo, mis rezos callaban la duda de Dios,  callaban lo dudoso de mí.  Volví a ser mujer, a capturar espíritus. En mi piel la cadencia de una serpiente, un insecto viejo dormido en mis senos, elipses en la cintura, espirales en el sexo.  Volví a ser mujer con mis trapos húmedos.  Giraba  en un punto estático del Universo, la realidad, allá encogida tras los cristales. Regresé a la hombría, a mis zapatos de cuero. Acomodé rocas, unas sobre otras,                     -en perfecto equilibrio-  cargué un águila cansada en mi espalda, me tallaba el yeso que moldeaba mis pies, mi des

El camino

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Engendramos la distancia. De casa en casa, de abrazo en abrazo, dibujamos un mapa siniestro,  los puntos conectados de la pérdida. Al final nos esperaba el silencio -esa forma calmada del final- Tú vivo, yo viva, ambos muertos. Sin sentir deseos de llorar.

Poema: Transfiguración de una señora

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De tanto ser lanzada por el suelo,  me acostumbré a vivir pegada de la tierra,  así aprendí el secreto de las semillas,  la canción del agua, el poder de las raíces. De tanto que me obligaron a vivir en el silencio, aprendí a gritar solo unos cuantos conjuros poderosos,  ahora hablo con un lenguaje de espíritus,  palabras que incendian y arrasan planetas.   De tanto padecer la condena del encierro,  inventé pócimas para disolver cadenas, otras para volar sin que nadie se dé cuenta,  puedo desdoblarme:  al mismo tiempo,  besar aquí, cercenar allá.  De tanto que ordenaron mi muerte:  en hogueras, guillotinas, horcas,  a golpes, con piedras. cuchilladas,  disparos, envenenamientos,  aprendí la gracia de la resurrección,  renazco en otra milenio tras milenio,  cada vez más viva, más fuerte, más alta,   más profundo el cimiento en mi propia esencia, De tanto ser obligada a ser mujer, me convertí en mujer.  Ahora, disfrutemos del invento.