Nueva York: estación del metro II

 

Por estas escaleras
acecha un poder
más mugriento que ellas.

Una baba espesa
dispone conservar
la eterna suciedad,
los escupitajos,
el culo del mundo,
la desesperación.

Todo lo que sea necesario
para mantener la sumisión.


Y entre la basura,
pasa la clase obrera
pisándose a sí misma
cuando sube y baja,
escalón tras escalón.

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