A MI MADRE: MARIA OLIVA ARIAS PERDOMO

 Madre:

¿Si te escribo me leerás desde el universo?

¿Sabrás allá donde ahora estás,
entre la insinuación del sueño y el infinito,
que ahora estoy vieja como tú,
que ahora ya puedo comprender
las razones de tus esquinas resbaladizas,
tus cultivos de frailejones congelados
y la expresión poligonal de tu rostro?

Madre,
tal vez te viera llorar si ahora me vieras,
tú, que amabas mi belleza,
mientras yo esperaba la voz que aún espero.

Ahora todo viaja
hacia un punto amargo de reconciliación,
hacia el fracaso,
hacia la paz unilateral de la tierra.

Mira,
ya puedes llevarte las puntas de los alfileres,
los verbos de mis sílabas pulverizadas.

Yo aprendí lo que tú querías aprender,
madre léelo desde el infinito.
Yo escribí lo que tú querías escribir,

madre,
llévate los deseos sin herbario.

Me decidí a ser feliz,
espanta la víbora debajo de la cama.

También grité, luché
y no quise regalar ni una sonrisa.
Madre,
la gente entonces me miró con desconfianza.
¡Grita victoria mujer!
¡Descansa en paz!

En mi jardín hoy tengo las flores exactas
faltarás siempre tú,
pero ahora ya estoy vieja,
ya puedo comprender tu furiosa despedida,
el injerto en tu alma,
la forma curva de las distancias.

Ya puedo comprender
el significado de las palabras
                  que nunca dijiste.

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