XXVIII ENCUENTRO DE POETAS IBEROAMERICANOS - SALAMANCA, ESPAÑA





Si la vida, a mis doce años, era un despertar,

poco después, cuando descubrí la poesía, fue como regresar al vientre materno:

un líquido amniótico tibio y cristalino en el que floto desde entonces,

renaciendo con cada poema que ve la luz,

con cada lugar al que arribo, arrojada por su propia inercia.

Hace unos días, el misterio de la poesía me llevó hasta Salamanca.

Como otras veces, me pregunté cómo logró conducirme hasta allí,

cuándo se gestó este designio, cómo y por qué sucedió.

Pero, como siempre, obedecí.

A pesar de tantas preguntas sin respuesta, obedecí.

Caminé en esa nebulosa mágica, un poco a tientas, con pasos titubeantes de recién nacida.

Tambaleante, crucé mares hasta ese puerto en la distancia.

Un destino que siempre es el mismo, sin importar dónde ni cuándo:

la misma luz titilando tímidamente en los versos,

la misma búsqueda ansiosa de un destello milagroso en la palabra,

una chispa mínima, quizás, algo imperceptible pero esencial:

una bocanada de oxígeno para seguir el camino de esta ley que rige la existencia.

Y había brillos.

Relámpagos que brotaban de la piedra, resonancias de seres antiguos que aún divagan por las callejuelas; algo afín, reconocible, incluso después de milenios.

El aire fresco y calmado pronto se hermanó con la nitidez de las voces.

Poemas de diversos habitantes, cada uno ciudadano de un corazón.

Unos fueron trigo, otros alimento, muchos, pura luz.

Como quien atraviesa un bosque de almas, caminé buscando aquellas donde pudiera hallar un hogar de paso.

Y a fe que las encontré: refugios de paz momentánea, donde las sonrisas y la comunión de energías parecían reencuentros de otras vidas.

¿Fue una ilusión? Seguramente lo fue, como lo es la vida y todo lo que la envuelve.

Hoy, al final del sueño, he regresado al vientre materno.

Me recojo como un embrión que reanuda su camino, inocente y confiada,

a merced de esas fuerzas telúricas que, a mi pesar,  no me revelarán cuál será mi próximo derrotero…

o si este fue, tal vez, el último destino.



Comentarios

Entradas populares de este blog

Pensamientos minimalistas