EN LLAMAS

Duele en la punta del corazón. Duele en los glóbulos rojos. Duele como pan envenenado. Duele el hambre, como un ciempiés ebrio. Duele la choza a la que nadie llega -ni siquiera Dios o el diablo. Duele el inocente, su primera sonrisa -contra la pared una pala y un machete. Duele este aire podrido, la punta de un rifle. En las calles una masa de carne desgarrada como un inmenso cuerpo de Cristo y su cruz; Cristo: lejos...callado, un divo callado...siempre. Duele el primer paso afuera de la puerta, más allá, el suspiro del vivo junto al muerto, entrelazados, cantan el réquiem del olvido. En las terrazas se brinda por lo nunca fue y se brinda también por lo que jamás será. Duele el cielo que otra vez impone su azul. Duele esta tierra, sus mandíbulas rotativas, duele esta tierra, su cerebro de mármol seco. Duelen los unicornios tachonados en los libros, los machos cabríos lamiendo sus pezuñas. Duele una gota de sangre que nadie ve caer, lo que una madre grita an...