DESDE LA FOSA COMÚN

 

Nunca pensamos en los buitres

hasta la mañana en que nos vieron morir.

 

Nadie nos dijo que hablarían en nuestra lengua,

que bailarían majestuosos la danza del adiós,

que nos mirarían tan compasivos,

bellos y gritando con una extraña aflicción.

 

Apenas ahora sabemos de su hambre,

les atraemos como flores olorosas,

apenas hoy deshacemos ante ellos

el inventario del desasosiego y el terror.

 

A qué hora descansarán los buitres

- con tanta pasión que nos buscan.

A qué  horas terminará su ceremonia,

tal vez cuando nuestros ojos

se sumen a la redondez de la tierra.

 

Recién llegan los buitres,

ahora que nuestros restos,

anuncian que ya no estamos,

cuando todos nos buscan

tan inútilmente

 

y solo quedan  ellos

-azules- con su secreto.

 

En su círculo de aire.

 

Cantándonos.

 

Cantándonos.

 

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