PROFUNDO ENSAYO SOBRE LOS POEMAS

 

Hay poemas de muchos colores

Unos resultan pintados de negro,

disuelven oscurísimas noches,

son sombras, abismos, tinieblas,

otros se apegan a las temperaturas del verde,

con sus insistentes valles, primaveras, montañas.

Hay poemas que son muy, pero muy rojos,

son tantos los besos que llevan,

los corazones henchidos de sangre,

que brotan chorros de fuego,

incendian el libro, la biblioteca.

 

Un poema tiene lámparas colgadas,

si están prendidas, disfrutamos su decorado,

si están apagadas, se nos apaga el nuestro.

 

Un poema carga relojes,

esos que marcan las horas de otros planetas,

poemas que odian a la poesía,

otros, que ni siquiera saben que existe.

 

Pero un poema, siempre, siempre,

es amigo de las letras,

de la coma, el diccionario,

del diptongo, del punto aparte.

 

Hay poemas con olores que torturan,

otros con gustillo ácido o amargo,

hay poemas enmelados,

enchilados,

anhelados.

 

Hay poemas que hacen fiesta de mañana,

más en la noche lo ven todo y se suicidan

(en un tarro de basura).

 

Hay poemas telaraña, peligrosos,

tejen trampas con palabras rebuscadas,

pueden engañar, atraparnos.

 

Hay versos bufones como estos,

otros malos hijos como estos,

desacreditan a sus madres,

les ahuyentan los lectores.

 

Pero hay poemas… Hay poemas…

“Todos llenos de murmullos y de música de alas,”

se gradúan en espesuras,

en partos extraterrestres.

 

-Poemas que se miden en años luz-

Sin hundirse ni escalar,

reparten sales marinas y peras.

 

Poemas escritos en braille para videntes:

palabra que vamos leyendo,

es palabra que nos va tocando.

 

Nos muestran el big bang de la escritura

lo que es habitar más allá del vestido,

lo que es girar en los glóbulos rojos.

 

Nos perforan la terca pupila

para que entre en reversa la luz

para que logremos mirar bien adentro

aquello que solo así puede mostrar.

 

Poemas como estos

son imposibles de escribir,

pero vale la pena intentarlo.     

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