HOJA EN BLANCO CON CORAZÓN
Llegó la
hora de tu poema.
Engranaje de ganzúas húmedas
para tu
anochecer en espiral.
Canción que a cada paso te nombre
y tú pongas
la manta o el trigo.
Llegó esta
tarde con su palabra,
a pesar de
su hueso de pez,
de sus
dolores enfermos.
Llegó,
con el beso
que guardamos
en la página
de un libro,
con tus ojos que tocan el violín,
con los míos
que te aman en tres lenguas.
Llegó esta hora en posición germinal.
Escucha mis ciento cincuenta verbos
sembrados en
el fondo del papel,
mira qué
bella para ti la letra ye
y cómo te
escalan mis cien vocales.
Escribir "te quiero amor" no basta.
Escribir " estoy llorando" no basta.
Hay que echar a correr un río
por el
corazón de una fruta,
arriesgarse,
así en esto
se apueste la vida,
subir por la
montaña del génesis
hasta el
punto más alto donde espera
un rostro brillante
de un solo ojo.
La hora para escribir "te quiero"
es la hora
de la certeza,
la que
resuelve en un sólo día
todas las
inquisiciones.
¡Cuántos asesinatos hay de por medio!
¡Cuántos
viajes de regreso!
¡Cuánto
silencio borracho y vestido de blanco!
Por eso no vayas a esperar felicidad,
solamente
agua o algo muy parecido.
Agua, mucha
agua.
Agua entre
los dedos,
bajo los
párpados,
agua fresca
para ser feliz y ahogarse,
agua con los
pececitos rebeldes
que pintaron
los primeros cristianos,
un acuario
de pájaros,
galletitas
líquidas.
Agua,
mucha agua
hermano.
La que va a
manar
cuando
entonemos
nuestros
cantos a Saturno.
Agua que
saldrá del agua
para
tornarse en agua tibia,
nuestra agua
entre aguas,
agua de
rosas,
agua
bendita,
nuestro
sobreaguamiento.
Comentarios