MORIR DESPUÉS DE LUCHAR

 Antes de que caiga la máscara del reloj 

-sus trescientas mil horas de esfuerzo-

dejemos que entren en nuestra casa

los ángeles de la fruta, sus lenguas tibias.


Hubo maderos encendidos por los rincones,

belleza en los cuatro costados del jardín, 

hubo niños vigorosos sin malicia en sus dolencias,

bailes frenéticos, fuentes mágicas.

 

Antes de que otra generación envejezca 

sin que azoten tormentas de agua dorada,

vamos a vencer las razones del mal,

alcemos fuera tiendas de campaña, alojamientos de duendes políglotas, 

refugios de ciclones pendencieros. 


El punto de ignición es siempre un nacimiento, 

vamos a la guerra amigo, compañero,

detonemos las partículas de pólvora, 

la paz no es bienvenida en el planeta fuego,

esta nostalgia es igual a mansedumbre. 


Amigo, perfumemos el acero de los sables,

en nuestra sangre bullen esquirlas de balas,

mira cómo juntan sus arterias,

cómo enredan sus rodillas y sus sexos,

tiran lances que asesinan si no hay beso.


Este es el camino correcto, el de retorno, 

la aurora boreal, el vientre preñado, la batalla, 

vamos a enfrentarnos y a matarnos de la forma más bella, 

así es como dos almas gemelas 

se liberan del martirio para llegar al cielo. 


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