REFLEXIONES DE CAPERUCITA ROJA Desde que salí de la casa estaba destinada al fracaso. De antemano mi madre me había sembrado una terrible inseguridad. Me sentía débil y vulnerable y desconfiaba de todos. No tenía la capacidad de decidir por mí misma qué camino tomar, ni con quién relacionarme. Todas estas falencias eran producto de lo poco que la sociedad me había dado, en mi pobre condición de mujer. Era como una muñeca de trapo, muy bien hecha y adornada, de hecho, con la caperuza roja me veía perfectamente como el adorno útil y bello destinado a ser. La vida de cuerpo entero no era cosa de niñas, de mujeres. Nosotras debíamos seguir siempre por el camino diseñado por otros, en un limbo de ignorancia que facilitara nuestra misión de obedecer, cumplir, parecer, pero jamás arriesgarnos a nada, nunca a opinar o a proponer: “Cuidado con desviarte del camino” “no hables con extraños”, eran las consignas que llevaba en mi equipaje como lápidas infames que aseguraban al mundo mi inut...
Comentarios