RÉQUIEM POR QUIEN QUEDA VIVO
Tu rostro frío
me dice más
de tu vida que de tu muerte.
Has bajado todos los escalones,
más las
arañas aún divagan
en tu atmósfera que es de sal y ventiscas.
Te devuelves
en palabras que vuelcan piedras,
en años colgados de puntillas musicales.
Pero ahora
solo quedo yo,
para
buscarle un agujero al telón,
para
olvidarte vivo,
para verte al borde de una hora gris
leyendo el libro de la muchedumbre,
con la lengua convertida en lodo sagrado.
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