UNA MAÑANA SIN DÍA

 Amanecí convencida de que he vivido mucho,

quién sabe si fueron segundos o milenios,
el caso es que ha sido demasiado.

 

Este silencio que nunca cambia ha sido el tiempo,
los ejércitos y las manos ambulantes fueron el tiempo,
tiempo fue la especie y su monstruosidad congénita.

Amanecí,

y la tierra se me hizo tan larga como lo vivido
y también yo me volví extensa hasta el dolor.

En verdad,
este planeta es más insalubre que el Universo
y yo tan pequeña y antigua junto a la ceniza.

He vivido demasiado y sin un sólo descanso.

Sin olvidar,
sin hacer,
sin dejarme matar.
Hecha sólo de carne.

Se vive en zanjas y de todas partes cae algo débil,
hay leche para los cachorros, pero luego es olvidada,
algunos se convierten en presas,
otros imponen alguna doctrina.

No sé por qué he vivido tanto,
no me alcanza el dormir para estar despierta,
la vida no transcurre se acumula en sí misma,
un paso sobre otro es caminar en caminar.


Me siento infinitamente esparcida sobre el mundo,
tan alargada que ya no importan mis fronteras.

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