Abro el refrigerador

 Está calmado y susurrante.


Ahí dentro, 

miro lo poco que un ser humano

necesita para pertenecer al mundo.

Un microcosmos de verdades:

los objetos del hambre,

el vino para la buena sed,

el pan con su eterno regreso,

la sapiencia de las uvas,

la soberanía del agua.


Cierro la nevera

y me sostengo en pie en medio de la nada.


Veo algo en mi mano que viaja hacia mi boca.


Supongo que esto es estar viva.


Salir después un rato a la calle,

para regresar de nuevo a abrir esta puerta

y encontrar el mundo adentro


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