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Pensamientos minimalistas

 Cuando alguien contempla una lápida, intuye su ataúd. 💥 Brindamos con dos copas que deseaban quebrarse. 💥 Cuando la tierra siente sed se forma un diluvio. 💥 Walter Iannelli (In memóriam) ¿En qué silencio  me señalarás ahora el camino del poema? ¿En todos? 💥 Hay palabras  que nos han acompañado toda la vida y, aun así,  jamás las hemos dicho. 💥 Morir  es simplemente  dejar de recordar. 💥 Cuando muera, seré mi propia ausencia. 💥 ¿Si la realidad brotó de la nada, entonces estamos hechos de nada? ¿Soñarán algunas palabras con ser otras? 💥 Las letras de una palabra son los barrotes de su cárcel. 💥 Tal vez todas las palabras en el fondo  dicen la misma cosa. 💥 Vida: viertes ansias en cuerpos que viajan hacia la nada. 💥 Inventamos palabras para no sentir miedo 💥 Eres una nada de siete ojos el ciego de ti mismo 💥 Hoy quiero describirte,  así, con forma de poema. Las demás formas ya no existen. 💥 Así es como muere un árbol: Deja caer sus ram...

Testamento 1

 Nadie pensó en mí antes de que existiera. Surgí de un juego de azar,  en el cual la probabilidad de vencer se perdía en una aguja.  Llegué triunfante,  para empezar de nuevo                en una espera.  Cada día que pasaba,  era el resultado de una guerra impuesta,  ganada a sangre y fuego,  pagada con cielo,  con tiempo,   y ante la cual se abría  un nuevo día con su nueva guerra,                       con su nueva batalla.  Siempre me inquietó ese mundo detrás  de lo que yo era capaz de combatir.  Pero nadie pensó en mí antes de que existiera.  Yo no contaba para el universo, nadie podría mandarme una señal,  ningún planeta me reconocería.  Mi nombre era apenas un sonido  con sus ondas vagas  en un teatro de átomos impostores.  Para traspasar las fronteras,  debía retroceder ...

Otro poema a la luna llena

 Todo el día, tras de mí, la luna llena.  Me aclara el cielo, me tuerce las esquinas, las transforma en maravillosas preguntas.  Más allá,  las aguas de una fuente  me sorprenden con todas las respuestas.  Mi luna llena me lleva sobre sí,   me grita que todo es un problema de amor,   de esparcir por la vida semillas mágicas  que hagan crecer una planta de habichuelas  hasta donde esperan los gigantes ebrios.  Me pongo a escalar hacia lo más hondo, ahí donde me atrapa el mundo y la sabiduría.  Por los vericuetos,  junto a esta luna llena que nunca me ha mirado                                            ( y eso es algo bueno). Cuando empiece a menguar, volveré a entrar en mí y echaré a correr,              a correr...

Carta con cortadura

 Yo era tu mujer de carne y hueso.  La que no dependía de una epopeya.  La que corría al tiempo con tu voz.  Liviana bajo tu camisa blanca.  En silencio junto a la taza de té.  Cuando en el espejo mirabas tu figura monolítica,  un grano de arena se prendía en tu mano  y resonaba en ti esa vieja canción  que sin siquiera tú reconocerla,  yo había escrito con música.  Así eran las cosas,  tan simples como un desván,   tan parcas como para entenderlas                        y sentarse a esperar.  El tiempo alcanzará para todo.  También para consagrarnos en el gran desencuentro  de lo bello y lo tiránico.  También,  para que al final nos esfumemos, mientras miramos estas erupciones  apagarse sin amor y sin angustia.

Anti funeral

 Voy a seguir viviendo como si estuviera muerta,  con esa bella emoción de habitar casas profundas.  Con los ojos enclavados en la viscosidad,  tan lejos de la proyección que llegue al paraíso.  Vivir sin estar,   lejos de todos y con todos,  limitando conmigo y las aves.  Qué bello es vivir la muerte en la existencia.  Se vive arriba, siempre arriba.  Se vive abajo, siempre abajo. Nunca en un sofá o bajo las sábanas.  El alimento llega de la nada,  el aire, del vacío.  Me transformo en pez que respira de su ahogo,  una espléndida carencia tan grande como Dios.  Arrorró mi muerte...arrorró mi niña.  Duérmete pronto, vida mía.  En mí tan muerta, como tú, tan viva.  Muérete en mí, vida mía,   para que viva, viva de muerte, y no de vida.

Otra vez los poetas

 Los poetas viven bajo un árbol,   a cualquier hora desahuciando una palabra  o haciéndole el amor a otro poeta. Los poetas no doblan sus sábanas. Mil voces pasan sobre ellos pisoteándolos,   los insultan,  los indagan,  les pegan. Los poetas no hablan,  sólo escuchan y escuchan. No están en el mundo,  es el mundo el que está en ellos. El universo los persigue  para existir,                 existiéndolos. Un poeta es la víctima más bella,                               un sacrificado. Cuenta,  una a una,  sus heridas.  Las consiente y decide cuál va a enseñar o cuál deberá aguardar más baños de sangre.  Para él una cicatriz es un fracaso,  es haberse olvidado de algo. Un poeta no entiende nada,  pero todo lo conoce.  No sabe del mal ni del bien,  pero sí del abismo que lo...

De tú a tú

 No sé cuánto tiempo vivo conmigo                   y cuánto con mi tristeza.  No sé si la arruga en la almohada  proviene de un sueño fracturado o de ese recuerdo de torso desnudo.  Viajes de ácidos marinos  y de crueles epopeyas.  Mala suerte, tristeza.  Malas mañas las tuyas.  Venir todas las tardes  a hacerme un teatro,  a cantarme en sánscrito.  Mala costumbre la mía, quererte,   y hasta decirte “madre”  o asignarte nombres que me gustan.  Estoy que te sigo cuando te marchas,   para ver en dónde escondiste lo que te llevaste,  el día aquel en que juré y perdí  o cuando llegó el domingo            y no supe perdonar.  Ah…ahí era mi tiempo...  ¡No hice nada!

El último paso

 No sé cómo voy a escribir ese último poema. En qué grieta tendré que buscar  el verso que no se traiciona, ese que a medida que se va, vuelve, ese tan frágil que ya no podrá romperse. No sé dónde escribiré la primera palabra,  así presienta cuál será la última.  Cómo haré para que la poesía  clausure este viaje tan largo como el beso,  tan ancho como la esquina  donde fue el bautizo y la fuga.  No atraparé el jamás desde tantos siempres.  No sé cómo daré ese último paso.  Emprender ese viaje de regreso  que durará el tiempo   y aún no ha comenzado.

10

 Las palabras son dibujos que se miran de espaldas, como un perfume incompleto florecido en la tierra. Me unto sal en los labios                         y las beso.

Escalones

A las once de la mañana:  te echo de menos. A las siempre de la noche:  te llamo. Al eterno del ahora:  te invoco. Transparente de mi tiempo: volador. En el silencio de lo invisible:  te ato. Te echo de menos: fiera. Te empujo Estoy quebrada  y repito una sílaba. En pedazos por la tierra:  sal de sal. Ya son las once  y te echo de menos.

De regreso

 Haberte hallado fue como haber visto a la poesía. Ese cuerpo que se iba,  pero tan palabra, tan ensueño, extremidad sensual. Vi tres secretos que guardabas, descubrí unas manos que escondías, y dos vasos de vino sin tomar. Te miraba mirándome mirarte. Ya sabías el final de estos silencios. Ahora, ya ves,   aquí de nuevo en tierra, sacando peces del lodo y el libro de poemas de la infancia, para decirte esto que no sabes, que si sabes,   que no supiste,   que sí sabrás, esto que nos une,  que nos unió,  que nos unirá. Dos por uno: el universo ha crecido más arriba de la última torre. Nosotros ya nos fuimos, para dejar de llegar, y ya llegamos al pozo en donde fuimos, ya sabemos que somos el uno para el otro, ambos, para el único destino. Partiremos iguales y llegaremos iguales al sitio donde nos esperamos:  solos.

Abro el refrigerador

 Está calmado y susurrante. Ahí dentro,  miro lo poco que un ser humano necesita para pertenecer al mundo. Un microcosmos de verdades: los objetos del hambre, el vino para la buena sed, el pan con su eterno regreso, la sapiencia de las uvas, la soberanía del agua. Cierro la nevera y me sostengo en pie en medio de la nada. Veo algo en mi mano que viaja hacia mi boca. Supongo que esto es estar viva. Salir después un rato a la calle, para regresar de nuevo a abrir esta puerta y encontrar el mundo adentro

Entre nosotras (Para Gabriela y Verónica Behlok)

 Las he presentido en mí. Me han cortado en tiras, les he partido las muñecas. A veces cantan canciones afiladas. Las tengo en frente. Me son tan necesarias,  que al final las quiero. Niñas inocentes sobre caballos de un carrusel. Todas en mí y yo en ellas y ni siquiera conocemos nuestros nombres.

En el borde

 He estado enferma en estos días. Siento un hueco en la mitad del ojo, algo herido de naturaleza, árboles que ya no serpentean, ciudades poéticas en coma. Al despertar,  duermo en algo dormido, un ápice de letra quiere consolarme, pero ahora ya nada puedo hacer  contra esta herida aguda en el tiempo. He estado muy enferma en estos días, con una dolencia aquí siempre presente, un desconcierto útil para persistir. Quisiera escribirlo  o tal vez fabularlo, pero sin nadie en la punta de las hojas, tampoco estoy yo para arañar los huesos. Es verdad,  aquí no hay nadie,  pero estamos todos, invisibles ante esta soledad  que en nuestras vidas cree. Este mal es tal vez una llanura, una madrugada de lodo,  un espesor, mi saliva en el tabaco,  ese labio farsante. Esta afección tiene la oscura liviandad del escalofrío que transmite este milenio, el terror necesario del pie ante el abismo. Yo no sé nada que invente el remedio, solo sé que estoy enferma y...

Mapa de patria

  Hay un lugar en medio de tres selvas donde en un río, crece la saliva. Al amanecer  los tigres se desdoblan, se arrepiente la tierra de mi patria, el hielo afligido baja por los hielos, cae sobre hombres sin metal, esos que viajan doblados  y hambrientos  Hay cien valles,  digo mal,  mil estaciones y en ellas, es mejor contener las manos, aferrarse a la espalda de los misioneros,  no dejarse ver, porque las cosas no son redondas por aquí,  todo está hecho de puntas incontinentes.   Hay un orificio debajo de una palma, donde va todo el silencio que se quema y gotas de sangre, de las que nadie ve, mucho menos el propio asesinado.   Nombraré estos lugares para ustedes  pero no diré dónde crecen sus raíces, porque hoy como en cada nuevo día nacieron mil seiscientos niños  y la luz  alumbrando,  como siempre, intercambió con ellos  su feroz obstinación.

En el cofre

  De todo lo perdido, me ha quedado: sal, anémonas, un rezo al horizonte. De todo lo perdido tengo guardados: tierra a secas, un tintineo, tres palabras, una llanura amarillenta y dos reflejos. De todo lo perdido: me acecha en el espejo un ojo hipócrita, otro ojo suave y discursivo, una figura arrasadora y los besos. ¡Los besos que fluyen al transfigurarse!

INVITACION A LEER MIS POEMAS PUBLICADOS EN LA REVISTA CRONOPIO

 https://revistacronopio.com/transfiguracion-de-una-senora-clara-schoenborn-estefania-montoya-echeverri/

DESCENSO CON PREGUNTAS

  Cuando la noche es un cadáver reviviendo   u n estruendo de ríos que se alejan     o un tren equivocado donde nadie dice adiós ;     cuando el deseo se tuerce y entonces hay  nieve ,   te voy escalando entre el vacío y la nostalgia ,   siento algo cortante en la lengua, algo salado ,   ¿por qué no intentas otra ruta ?, ¿ un a caricia con sangre ?   ¿por qué tu  dolor es este bosque y no hay estrellas ?  

HAIKUS

Donde antes río, ahora sólo hay piedras y un ave muerta.  ------------------------------ Lucha una hormiga, carga un trozo de hoja, va de última.

ENTRE EL VASO Y EL AGUA

Para servir un vaso con agua se necesita primero andar el universo, entender los huecos negros y sus diluvios, mirar bien al interior de una mirada húmeda, tocar el punto más temible de su tristeza, descifrar la lágrima, su alfabeto astringente. Para llenar un vaso se requiere comprender el agua desde su atarraya oscura, saber nadar hasta ahogarse y haber salvado a otros náufragos. Se llena un vaso con agua y eso significa vislumbrar el cuasi- amor de un átomo de oxígeno con dos de hidrógeno, su estrategia para invadir planetas, preñarlos y enloquecerlos. Servir un vaso con agua es también saber de barcos y marinos, de los túneles donde se dan citas a ciegas para cantar salmos de vino y madera. Mucho llega con el agua hacia su vaso. Se necesita más que nada un guerrero regresando seco, sin siquiera su cadáver. Un simple vaso con agua es resumir todo el misterio y para que nazca con su sacramento, basta un deseo incontenible y arriesgarse....

ADVERTENCIA

  ¡Ah! Gentes con aire de dioses. Si me arrastran, sonará mi cascabel.   Sepan que tengo espinas santificadas, una letra tras otra, desobediencia.     Tengo en mí angustia suficiente para ser más íntima y liviana. ¡Ah!   Benditas personas que se creen benditas.   Dentro, guardo embriones densos de hace siglos, de cárceles despiadadas, de ejecuciones y maleficios. Almas ruines que adelantan el infierno. No será menos infierno esta vida                               y su debilidad. Seguiré epiléptica en mis versos, en mi ante-muerte. Tan lejana que no tendré edad,    como una estalactita.

PENÚLTIMA ESTACIÓN

  Tendría que ser un poco más joven para regresar de los sitios nunca idos, para recordar el color del maquillaje y su orquestación en favor del verano. Reconocer si entre tanto despertar   he dejado dispersas las sábanas o si fue el recuerdo el que redujo mis muchos años a casi nada. Desde hace un tiempo todo es papel, historias que florecen solo escritas y que entre más lejanas parecen más propias.   Todo se va apilando en una sola cifra, hacia una depredadora transparencia. Tengo un sitio en cada esquina, algo que siempre me reconoce. (Cambiaría mi nombre si alguien me lo creyera.) Otros, para que nada de esto les pase,   se consuelan abrazados a un leño tibio o sintiéndose convenientemente enfermos.   Yo en cambio, escogí esta poesía para ensordecer al silencio, para negar lo pensado. He decidido reconstruirme de cedros,             ...

DECÁLOGO AGUDO

  No voy a conformarme con mi cuerpo, en alguna palabra estará mi clave. Antes que alguien note mi ausencia,   encontraré un pasadizo hacia el árbol                      o hacia la trashumancia. No voy a cargar tampoco con mis creencias. Que los bolsillos son bocas y no destinos. Me transformaré de pronto en trozo de fiera. Amnésica de mi óxido, buscaré la humedad de todo lo negado en el paranoico silencio de la tierra. Todas las sumatorias resultan en cero, todo cálculo viaja hacia el infinito. ¿Por qué tengo que tener peso y un nombre? Olvidaré ese nombre, para recordar las voces que me llamaron. Olvidaré mi cuerpo para recuperar una mano levitante, la del hombre que nunca logró ser mío, pero nutrió sus sueños en la distancia. No quiero aceptarme como si nada, inyectada de vida y aérea. ¿Un disfraz será más valioso que un fantasma? No pienso dormir...

COTIDIANO

  Solo por hoy, voy a insistir en las cosas vivas: a penetrar en los ríos de la uva, en el suave aspaviento alrededor de un ojo, perseguiré las alas en este inmenso amanecer, la angustia de una hormiga sin recuerdos. Solo por hoy y hasta el anochecer,   aceptaré el carnaval de huesos                    en su día perfecto. Después,   volveré al asunto de la eternidad, a condolerme como siempre por lo que no tiene remedio.

APOCALIPSIS

  Milenio 1 Por la playa veo caminar una mujer que acaba de perder el viento, la orilla, a sí misma. De todo lo que tenía, le han quedado los pies para regresar del hambre. Milenio 2 Ya no queda nada en esa playa. A las seis de la tarde me he dado cuenta de que la noche no llegará más. Milenio 3 Voy escalando una montaña. Detrás mío escucho la marcha de un ejército que está luchando en dos guerras al mismo tiempo. Un soldado me mira con un ojo alquilado, en sus rodillas no hay señal del barro por el cual se arrastra. Milenio 4 Ya todo ha desaparecido. Ahora es la montaña misma la que marcha, pero no sabe a dónde va. Milenio 5 El niño detrás de la ventana ha comprendido el veneno mortal que acaba de teñir el vidrio. En sus dedos se acumula música, en sus hombros una levedad borra las preguntas y mira a través de sí mismo como a través de una culpa universal. Milenio 6 Por mucho que excaven en los hallazgos arqueológicos, jamás podrán descubrir que el niño se marchó siglos...

DESHOJADA

  Sin mis manos no tengo las tuyas ni tu cuerpo ni tu poema.   Sin mis manos los temblores se caen, soy otra al recorrer las sábanas, el sábado es cualquier otro día, la compraventa del absurdo.   Sin mis manos la rendición, sin mis manos las consecuencias.   Ven, trae mis manos tan diminutas, ponlas en un círculo que corresponda, luego define el rumbo; hazte dios, trae mis manos tan exactas en su noticia, siémbralas esta tarde en tu lengua.   Manos ignorantes de las manos, ignorantes de mí:              tan mano.

ANTI VERBAL

  Las palabras desprecian su nombre, el momento circular del sonido, ese avanzar perdidas entre la locura y el sueño, sin un destino transparente. Las palabras, además, se desprecian entre sí y desdeñan al silencio, tan cobarde, su mandíbula animal.

CUESTA ARRIBA

  No es fácil irse abandonando a sí mismo en esperas que traen tu propio nombre, cruzar puertas ignorantes de los pasos         que separan el pasado del futuro. No es fácil tomar los caminos más largos, mientras arriba un dios estalla, una a una,                     las preguntas en tu pregunta. No es fácil sentirse hambriento y que allá afuera, el hambre lo sea todo.

ANTES DEL DESPUES

  He de regresar siempre a lo que somos,                       mucho más sin nosotros, cuando nos remuerda el sabor del ladrillo                  y arribemos al límite del rezo. Con saltos desordenados y pétreos, iré insertando un pensamiento agudo en este papel con dos mayúsculas y un duende. Tú regresarás trayendo una casa conmigo, yo viajaré a tatuarte en finales desmembrados. En cada grano de arena hay ciudades, en cada beso cambiamos el destino.

RECONOCIMIENTO

  Puedo ver en tu mirada una quebradura de cúpulas, alguien en ti que siempre será extranjero.   Yo sé qué tienes. Puedo sentir el crujir de tus coágulos.   Percibo cuando frente al espejo se te derrama el té, cuando corres detrás de ese fantasma que también corre.   La herida tuya me responde así yo jamás le hable, me cuenta en qué lejana estación perdiste el vino, en cual lágrima escondes tu arenal de medianoche.   Puedo ver en tu mirada como en un águila rota y entonces regresa el secreto que alguna vez construí con el delicado crujir de las piedras.